Existe un tanto de pudor por parte de algunos hermanos cuando hablamos de expresar nuestra reverencia a Dios con nuestro cuerpo, sobre todo cuando llega la hora de arrodillarnos... si lo pensamos con más detenimiento hoy en día hacemos gestos de respeto no sólo por Dios, un ejemplo de ello ocurre cuando nos ponemos de pie al cantar el himno nacional o al colocar nuestra mano derecha cerca del corazón demostrando el amor que sentimos por nuestro país.
El arrodillarse representa un acto de reverencia, humildad y sumisión y es una práctica muy antigua, en el antiguo testamento los judíos ya usaban esta expresión para alabar y adorar a Yavé. Dios mismo fue quien dijo “Ante Mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará por Mi” (Isaías 45,23; Rom. 14,11; Filip. 2,10). Jesús mismo oraba de rodillas (Lucas 22,41) y también la comunidad cristiana lo hacía en los primeros tiempos (Hech. 21,5; Hechos 9,4; hechos 20,36).
Durante la misa también muchas personas se arrodillan, especialmente durante la consagración del pan y el vino, es decir, cuando Jesús se hace presente en la misa en cuerpo y sangre. En este momento especial como es la congregación, nuestra iglesia recomienda que los fieles se arrodillen desde la epiclesis (invocación del espíritu santo) hasta la aclamación después de la consagración. Quienes no pueden arrodillarse, ya sea por enfermedad o falta de espacio, deben inclinar la cabeza en adoración cuando el sacerdote se arrodilla después de la consagración.
Esta adoración no se hace al pan y al vino como objetos, sino más bien a Dios mismo que se hace presente entre nosotros y que nos conecta con su eternidad. Debemos enfrentar la comodidad de estar de pie inmóviles y comenzar a percibir la presencia de Dios en nuestras misas, ello es mucho más fácil con un gesto de humildad como es el inclinarse o arrodillarse , sin esperar por ello que otro lo haga primero que nosotros. Bendiciones. Ocxavco.
El arrodillarse representa un acto de reverencia, humildad y sumisión y es una práctica muy antigua, en el antiguo testamento los judíos ya usaban esta expresión para alabar y adorar a Yavé. Dios mismo fue quien dijo “Ante Mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará por Mi” (Isaías 45,23; Rom. 14,11; Filip. 2,10). Jesús mismo oraba de rodillas (Lucas 22,41) y también la comunidad cristiana lo hacía en los primeros tiempos (Hech. 21,5; Hechos 9,4; hechos 20,36).
Durante la misa también muchas personas se arrodillan, especialmente durante la consagración del pan y el vino, es decir, cuando Jesús se hace presente en la misa en cuerpo y sangre. En este momento especial como es la congregación, nuestra iglesia recomienda que los fieles se arrodillen desde la epiclesis (invocación del espíritu santo) hasta la aclamación después de la consagración. Quienes no pueden arrodillarse, ya sea por enfermedad o falta de espacio, deben inclinar la cabeza en adoración cuando el sacerdote se arrodilla después de la consagración.
Esta adoración no se hace al pan y al vino como objetos, sino más bien a Dios mismo que se hace presente entre nosotros y que nos conecta con su eternidad. Debemos enfrentar la comodidad de estar de pie inmóviles y comenzar a percibir la presencia de Dios en nuestras misas, ello es mucho más fácil con un gesto de humildad como es el inclinarse o arrodillarse , sin esperar por ello que otro lo haga primero que nosotros. Bendiciones. Ocxavco.
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